Foto: Santiago Álvarez

Si usted ajusta dos años en una empresa, bajo las condiciones de la misma, lo mínimo que se espera de sus ejecutorias es que sean en crecimiento progresivo y funcional. De ninguna manera, el retroceso será admitido en usted, cuando le pagan bien en su trabajo para el cumplimiento de objetivos, con las herramientas planteadas, pactadas y aceptadas al inicio del proceso.

Lo segundo pasó con Hubert Bodhert en el Once Caldas: empezó descrestando a propios y extraños, alejó el fantasma del descenso con resultados positivos, buen fútbol y un discurso cercano al hincha. La pregunta que hoy se hace la gente es: ¿qué pasó este año con el técnico y el equipo que enamoró en 2018?. Quien escribe estas líneas, tiene una explicación a ello que quiero compartir con ustedes…

El gran éxito inicial de este cuerpo técnico era la camaradería y la reunión de ideas permanentes con el objetivo claro de buscar logros deportivos. Bodhert dijo cuando llegó: “solos no podemos” y eso se ratificó con el pasar del tiempo…Estratégicamente había y llegaron personas en el camino (sin mencionar nombres), que se arrimaron y aportaron, desde su conocimiento y condición, al punto que poco a poco fueron complementando una idea, que generó calificativos de excelencia en la opinión pública nacional.

El Once Caldas era un grupo bien gestionado motivacionalmente hablando, pero además futbolísticamente era un equipo sólido, confiable y con un modelo en construcción gracias a los aportes que había alrededor, los cuales no necesariamente provenían de Hubert Bodhert, pero que él aceptaba llegaran para fortalecer la ruta hacia los propósitos.

Antes de finalizar 2018, la armonía quebrantó; el técnico en su poca experiencia, cayó en la obnubilación propia que da el elogio permanente, propuestas y promesas de jugosos contratos…el entorno lo percibió!. La final de la Copa y la fase definitiva de la Liga Águila concluyeron mal para el equipo, no solo en lo deportivo sino en decadencia de la camaradería que hablaba al inicio.

Los actores que ayudaron a construir aquel colectivo virtuoso y promisorio empezaron a salir como si fueran ‘piedras en el zapato’. Bodhert y su cuerpo técnico se fueron quedando solos y con excesivo poder para tomar decisiones.

En diciembre pasado, el presidente, Tulio Mario Castrillón, ya padecía inclemencias de salud que le impidieron estar al frente de la construcción del proyecto deportivo 2019. Bodhert y compañía fueron autónomos, en gran medida, no solo para gestionar refuerzos sino para armar la nómina que a bien quisieran con el presupuesto disponible. Llegaron 11 jugadores, había con qué disputar una buena Liga Águila y Copa Sudamericana.

Pero el entrenador nunca le encontró la vuelta al equipo a lo largo del semestre, equivocaciones permanentes, se confundió con la nómina y fracasó estruendosamente. Esta vez mal rodeados, el cuerpo técnico empezó a mostrar sus limitaciones estratégicas: planteamientos y replanteamientos incoherentes; módulo repetitivo, trabajo de semana mal desarrollado, pues en campo había pocas respuestas; favoritismos con jugadores, idea de juego volátil e inconsistente, etc etc.

Para la segunda mitad de este 2019, las cosas poco cambiaron; se hicieron unas contrataciones extrañísimas que no sirvieron. La arrogancia del entrenador se acentuó mucho más: nunca había autocrítica; señaló al hincha por chiflar durante los partidos; chocó con la prensa y cuando no se daba el resultado, su excusa casi siempre fue la falta de definición, cuando lo que denotaba el equipo en la cancha era problemas funcionales de más fondo.

Ganaba y sacaba pecho con su trabajo y el gran equipo que tenía. Perdía y su nómina ya no era tan buena y los responsables eran otros, con frases como: “el directivo no está en la misma sintonía del hincha”, “si fuera por resultados me tendría que ir, pero hay más objetivos”, “queremos fortalecer las fuerzas básicas”, entre otras, que sirvieron como agentes distractores o cortinas de humo a su mal trabajo.

Es cierto que la nómina no es la mejor, que es necesaria una reestructuración administrativa con respecto a los objetivos deportivos, donde haya una mayor inversión, pero eso no justifica la permanencia de un entrenador, sumido en la mediocridad, que fracasó de manera clara y contundente, pues ni siquiera el patrimonio lo ha sabido administrar, pues los jugadores jóvenes en vez de potenciarse, se están desvalorizando con el pasar del tiempo…

Con o sin refuerzos de categoría para 2020, no hay méritos para la permanencia del actual cuerpo técnico.
¡Con lo poco, se ve lo mucho!