Foto: Santiago Álvarez

Ocurrió ante el Tolima en los Cuartos de Final de la Liga I 2018, también sucedió en esa misma instancia frente a Rionegro y la final de la Copa Águila ante Nacional de ese mismo año. Se repitió este 2019 con una risible participación en Sudamericana ante Santaní, la estruendosa eliminación de Liga ante Unión Magdalena y ahora el adiós en Cuartos de Copa ante Medellín. Once Caldas inferior en momentos determinantes.

Responsables, todos: desde unos dueños que poco entienden del tema para diseñar y se mueven por impulsos, hasta un técnico sin jerarquía y con limitados conocimientos estratégicos, pasando por jugadores cómodos y sin liderazgo.

El fútbol del Once Caldas pasa por situaciones emocionales y no por conceptos futbolísticos progresivos que estabilicen una idea de juego; por eso el rendimiento del equipo es un ‘tiro al aire’, a veces sí y otras veces no. Sumado esto a que después de estar en marcha la competencia, los replanteamientos casi siempre son inútiles y propios de un técnico aprendiz; pocas veces el colectivo crece a partir de la mano de su entrenador.

No hay duda para quienes acompañamos el equipo en el día a día, que el gran mérito de Hubert Bodhert para permanecer casi dos años en el club, ha sido el liderazgo y la ascendencia positiva que tiene en el camerino. No obstante, esa credibilidad parece quedar en tela de juicio ante decisiones nominales poco sustentables y favorecimientos que parecieran inducidos. El grupo no se ve con los mismos deseos y, por el comportamiento en campo, da sensaciones de rebeldía.

El camino sigue y 10 fechas de Liga están por delante. Ojalá el entrenador arme lo que se quebró y recupere autoridad. No espero estructura ni idea clara de juego, las esperanzas ya les perdí. Pero sí espero que los jugadores recuperen la actitud, compitan con alegría y luzcan sus aptitudes; de lo contrario, será el momento de cambiar…