Por: Juan Simón López, Revista Semana

Luego de 9 años, Once Caldas y Deportivo Pereira volvieron a jugar por Liga en el estadio Hernán Ramírez Villegas, con un ambiente que respondió a las expectativas que había entre los hinchas de ambos equipos por volver a ver el “clásico del café”. Treinta mil personas en las tribunas, y una muy buena cantidad de hinchas del Once apoyando al equipo de Bodhert.

Para cualquier aficionado al fútbol un clásico es diferente: es el partido que nunca se quiere perder y el que siempre, sin importar las condiciones, la posición o el momento, se va a querer ganar. En el caso del Once Caldas, por la campaña como local, la irregularidad en el juego, el descontento con muchas decisiones del cuerpo técnico y, por la histórica superioridad en los clásicos frente a Deportivo Pereira, era además una exigencia y una obligación ganar.

Pues bien, el Once ganó y ganó bien. Jugó con propiedad, por momentos con muy buen fútbol y haciendo los goles que tanto le faltaron en los partidos anteriores. Los tres, además, de una gran calidad por la elaboración de las jugadas.

El partido fue un mismo guión desde el comienzo, con un Deportivo Pereira que propuso un ritmo intenso, una presión alta y un choque constante. El Once, en cambio, en lo suyo: saliendo con el balón desde atrás con paciencia, abriendo la cancha con Londoño y Rojas, y con los volantes de primera línea llegando desde atrás hasta el área.

Así llegaron goles de Kevin Londoño y Marcelino Carreazo que le dieron la victoria al Once, con jugadas elaboradas a puro toque y, hay que decirlo, con un Juan David Rodriguez jugando a un nivel superior. En los tres goles participó el volante que lleva la 17, llegando desde atrás con el balón y asistiendo para que sus compañeros anotaran. De resaltar, el pase en el tercer gol a Kevin Londoño para dejarlo mano a mano con el arquero y que liquidara el partido. Sin duda, la figura del equipo en el Hernán Ramírez Villegas.

Este triunfo reconforta, especialmente por el rival y el escenario. Se mantiene la tradicional paternidad sobre el Deportivo Pereira y vuelven a la memoria las mejores épocas de los clásicos, como aquellas tarde en que, por cada insulto, Dayro Moreno anotaba un gol para el Once. Sirve también para seguir subiendo en la tabla de posiciones y, ahora sí, para mantener el invicto. Ganando rinde mucho más.

Queda mucho torneo todavía y varias cosas por mejorar, la principal: ganar de local. “Los clásicos son partidos aparte” dice un lugar común en el fútbol. Los son, es cierto, pero una vez terminados hay que pensar en el siguiente partido, y ojalá que para el Once Caldas este no haya sido un partido aparte sino un punto de inflexión para mantener un nivel de juego parejo, mayor efectividad en sus delanteros y mejores resultados como local. Qué lo de hoy, que fue muy bueno, no sea un partido “aparte”, que sea, mejor, la constante del Once Caldas para los partidos que siguen.

Porque qué calendario se nos viene…