Inicia la participación oficial del Once en 2017 y hay un tema que no deja de ser inquietante y de vital importancia para lo que se viene, que genera una obligación para el equipo que defenderá los colores caldenses, la cual es precisamente volver a la cotidianidad de ganar en Palogrande, situación que temporada tras temporada ocurre menos, cuando antes Manizales era una plaza de difícil consecución de resultados para los visitantes y el Once obtenía rachas sin caer de local.

Y es que a partir del segundo semestre de 2015, cuando de la mano de Javier Torrente el Once clasificó hasta cuartos de final de la Liga consiguiendo un rendimiento de local del 57% producto de 5 victorias, 4 empates y 2 derrotas, inició el descenso de resultados en casa y 2016 significó un año donde Palogrande fue conquistado por los foráneos.

En el primer semestre, el porcentaje de local solo llegó al 50% en Liga, producto de 4 victorias, 3 empates y 3 derrotas y para el torneo finalización los números siguieron en descenso ya que solo se obtuvo un 43% de rendimiento, luego de 4 victorias, un empate y 5 derrotas, tres de ellas consecutivas (vs Equidad, Medellín y Santafé), situación que no se vivía dese 2013, cuando de la mano Sachi Escobar, los de Manizales perdieron contra Santafé, Millonarios y Deportivo Cali consecutivamente en Palogrande

También es imprescindible destacar, que el año anterior el Once no logró triunfar en su plaza contra rivales como Santafé, Medellín, Millonarios, Nacional y Junior, que son equipos de hinchada, historia y títulos, por lo cual se genera una deuda con la hinchada de salir victorioso en esos partidos llamativos.

Todo lo anterior, conlleva a que el primer objetivo para 2017 sea  acostumbrarnos a sumar de a tres en Palogrande. Para clasificar, encantar a la afición, nuevamente convocar al estadio y sobretodo, volver a ser el fortín donde se consiguieron 23 fechas de invicto internacional hace algunos años.

Con apoyo del estadígrafo, Álvaro Hincapié Castrillón