Uno de los pilares fundamentales del Once Caldas para conseguir la Copa Libertadores, fue la pelota quieta. Una pelota quieta con dueño, indudable, y que se ganó el respeto de todo el continente: Arnulfo Valentierra.

El ex volante del Blanco Blanco, habló con AS hace un par de años, y contó sus secretos, no sólo para los cobros, sino las cábalas para conseguir el título más importante en la historia del Once Caldas, y uno de los más importantes en la historia de Colombia.

“Yo me tomaba mis cervecitas en mi casa. Para la final, estaba lesionado y salí a darme una vuelta, y me encontré un grupo de compañeros, y me dicen, ‘vení a la cábala’ y nos metimos a un sitio. Se divertían un rato y se iban. Cuando se está ganando, no se dice nada”, contó Valentierra.

Sobre la pegada, aseguró que todo viene desde la escuela:

“Lo más importante es la condición y la confianza para pegarle al balón. Cuando se tiene trabajo de escuela, se hacen las cosas más fáciles y allí no hay ni guayos ni juanete. Desde la Escuela Sarmiento Lora, siempre procuré pegarle bien al balón y calcular. Lo hacía durante los trabajos técnicos con el profesor Mario Desiderio”.

Incluso, habló sobre las ‘apuestas que ganó’ gracias a esa zurda prodigiosa

“Cobré y en este tiempo, pude haber cobrado mucho más. Siempre vivo orgulloso porque todavía se habla de cómo jugaba y de la forma en la que le pegaba al balón”.

 “(Las apuestas) fueron muchas. Recuerdo que una vez estábamos entrenando y habían podado el estadio Palogrande. Estaban recogiendo el pasto y pusieron la carretilla con una canasta grande en la mitad de la cancha. Le dije a Weimar Villegas, ‘cacho, mirá donde voy a ubicar el balón’, no me creyó; pateé desde la portería y se fue directo a la canasta. Podés patear mil y metés una, y yo metí la primera que tiré”.